jueves, 2 de enero de 2020

Tertium Millennium

Prosigamos si Dios quiere
nuestro camino sin Dios,
que siempre se dice Adiós
y una sola vez se muere.
 R. González Tuñón

Rocroi, El Último Tercio. De Augusto Ferrer-Dalmau, (CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=25148552)
Esta crónica comenzó a ser escrita el año pasado, o sea, la década pasada, cuando muchos hacían sus balances de fin de año, o de la década. Yo prefiero hacer un balance de un quinto de siglo, veinte (20) años, los que nos separan del inicio del Tercer Milenio. Aunque el sistema métrico decimal es tan arbitrario como uno hexadecimal u otro binario, es, por los motivos que cada uno quiera, el que más usamos y nos sirve de referencia. 

Hace 100 años, veinte años después del inicio del siglo, más de 20 millones de personas habían perdido la vida en una guerra que aún no sabemos quien inició, y mucho menos quien venció realmente.  Lo peor es que esa guerra no había terminado y menos de 20 años después de los primeros 20 años, se desató nuevamente y todavía más feroz.  La Segunda Guerra de los Treinta Años , como algunos describen al conjunto de Primera y Segunda Guerras Mundiales, asoló al mundo económicamente desarrollado entre 1914 y 1945, con intensas implicaciones para el resto del planeta.


El Triunfo de la Muerte (P. Brueguel).
Hace 200 años, en la misma península donde se desarrolló la carnicería del Siglo XX, casi los mismos actores se enfrentaron por más de una década, hasta que el emperador francés cayera derrotado y Francia e Inglaterra vieran sus finanzas destruídas, con una deuda pública que duplicaba su producto bruto interno, además de centenas de miles de muertos y aún más de heridos.  Las dos primeras décadas del Siglo XIX, fueron también apocalípticas.

Si me preguntan cuando me hubiera gustado haber vivido, respondo con énfasis: ahora.  O tal vez, en el futuro, porque soy de los que creen que todo futuro ha de ser mejor. Voy a explicarme. El peor augurio del inicio del Milenio se refería a la posibilidad de un crash informático por culpa de un error que haría confundir a las computadoras el año 2000 con el 1900 calculando, por ejemplo, intereses negativos.  Nada de eso ocurrió. Por el contrario, y sin que nadie lo hubiese previsto, la mayor amenaza a la sociedad vino de grupos de fanáticos religiosos que usaron técnicas terroristas justificadas por su fé para asesinar a miles de personas inocentes que trabajaban en unos gigantescos edificios, ahora tristemente famosos. Otros pretendieron acabar con la alegría de personas que se reunían en bares y teatros a celebrar la amistad.  Nos asustamos, la verdad, es que nos asustamos. Hubo trenes explotados, restaurantes y teatros acribillados. Recuerdo aquellos días de 2001 cuando algunos creían que esta forma de ataque no podría ser detenida nunca.  

Veinte años después, el saldo, siempre lamentable, de muertos y heridos en aquellas trágicas jornadas, no sobrepasa la decena de mil.  Cómo compararlo con los millones de la Primera Guerra Mundial, o las centenas de miles de las Guerras Napoleónicas? Como comparar la destrucción de un par de edificios, aviones  y vagones de tren, con la de ciudades enteras bajo el fuego de las bombas? La onda terrorista parece haberse extinguido, sea por los motivos que fuera, espero que porque muchos entendieron que ese no era el camino para conseguir sus objetivos.

El final de la primera década de este siglo todavía nos trajo otra neurosis: una supuesta profecía maya declaraba que habría un fin y un recomienzo, una época de inestabilidades y crisis, según algunos analistas, terminales.  Tanto me preocupó la preocupación de muchos que decidí escribir un libro para refutar estas afirmaciones incorrectas. El año 2012 vino y se fue y ni el campo magnético terrestre cambió de polaridad, ni un rayo galáctico sesgó nuestras vidas, ni una super-mega-ultra-hiper explosión solar barrió los vestigios de continentes, animales y plantas sobre la superficie de la Tierra.  Esto es lo bueno de predicar contra apocalipsis, uno siempre sale victorioso. 

Hubo guerras, es verdad, Medio Oriente es un polvorín donde centenas de miles han perdido casas y esperanzas. Y así, emigraron a destinos lejanos en Europa para reconstruir sus vidas. Todas sus historias son dolorosas, como la de venezolanos que sin guerra alguna decidieron marchar por millones de su país. Pero a pesar de todo este horror, no se compara, por el volumen y sus consecuencias, con aquellos primeros 20 años del Siglo XX, y XIX.

Es decir, el primer quinto de este siglo, no nos ha traído más muertes que los dos anteriores.  Ni siquiera cuando consideramos fenómenos naturales: según Judith Curry, la tasa de muertos por  eventos extremos (huracanes, terremotos, inundaciones, etc) ha caído un 99% en valores nominales desde 1900.  

Pero, a pesar de tan buenas noticias, no son pocos los que se aterrorizan por el futuro próximo. El Apocalipsis del Siglo XXI es la destrucción final de nuestro hábitat: la Tierra. Nuestro consumo desenfrenado está terminando con los recursos naturales, alterando el clima y eliminando especies de seres vivos de una forma que jamás fue presenciada. Esta vez, las voces de alerta vienen de los medios científicos (el consenso del 97% de investigadores) y político (las NN.UU. y el IPCC). Mientras algunos ven con esperanza la reacción rebelde liderada por una joven adolescente, otros creen que no hay salida, y el fin está muy próximo.  

Temo ser considerado un hereje por decir que no creo en este Apocalipsis tampoco. Tampoco creo que el consenso lo crea, no al menos en las formas en que se expone en los medios de prensa y por algunos de sus Heraldos más conspícuos.  La agenda climática ha sido tomada por un pequeño grupo cuya voz se eleva más alto que la del resto.  El resto, que teme ser socialmente condenado por connivencia con la industria fósil, mantiene un silencio medroso, apenas cortado por unos pocos que enfrentan las consecuencias, como Judith Curry, Roger Pielke Sr, y R. Pielke Jr. 

El Jardín de las Delicias (El Bosco)
Y así empezamos una Nueva Década.  Si la primera estuvo marcada por el horror del terrorismo religioso, la que termina se caracterizó por la confusión política (grieta), la ascención de gobiernos populistas en países centrales, y el aumento de la angustia por el futuro.

No sé que nos han de deparar los años 20.  De algo sólo estoy seguro, no será un Apocalipsis. Los versos de González Tuñón que abren este post lo dicen de manera poética: siempre se dice Adiós, y una sóla vez se muere.


jueves, 10 de enero de 2019

FOLIA ALBAE

Universo blanco...; valle nevado... desierto de sal... Independentemente de la hidratación o de la temperatura, de con cuanto cloro se había bañado, la frágil; blanca y al mismo tiempo bruñida y curtida Hoja de papel, tan inflamable, maleable, disponible y desafiante como cualquiera de ellas; presenta la misma majestuosidad, produciendo el mismo vértigo que los mencionados paisajes. Aquella indefensión azorada; falta de seguridad; inclemencia de destino artero e inmune; impune sensación, si no de temor, por lo menos de respeto hacia lo desconocido o no tanto; más bien, antes que temor en el sentido de pavor o piloerección franca, una sensación de angustia, profunda y al mismo tiempo en ebullición; enraizada en las propias limitaciones. Hoja que espera ser encarada y dominada; domada y lista para comenzar a reflejar algo más que la luz blanca o todos los colores juntos; algo que diga algo;transportar un mensaje; mensaje de signos, de dibujos... generalmente de letras y números. Letras alineadas, tomando distancia; disciplinadas y competentes, como para hacer eclosionar un montón de ideas en la mente del receptor-lector: juicios; premisas; preposiciones y tiempos verbales. Imágenes; sensaciones, más o menos coloridas; todas conjugadas y apuntadas con mayor o menor habilidad. Entonces la preocupación nace profunda y genuina; temor de que las dotes o el bagaje de conocimientos, no sean suficientemente idóneos o pulidos; ansias de haber corregido convenientemente lo que Salamanca non presta... Con todo eso; con mayor o menor talento, formación u osadía, recelamos de algún resultado tal vez demasiado frugal o tal vez con firuletes barrocos exacerbados... resultando insuficientes o estériles como para hacer visibles las ideas, al menos con cierta coherencia como para trasladar adecuadamente algún mensaje. ütil o inútil según los objetivos. Hoja que aguarda lesionar su blancura; esperando ser invadida de manera casi fatal; asaltada por los afanes de consignar; comunicar, expresar; sirviéndose del método elegido: conjunto apropiado de signos convencionales compartidos y comprendidos por la mayoría. Objetivo inicial, primordial de la tecla o del lápiz: hacer llegar el mensaje, las inquietudes y apreciaciones sobre un tema determinado. Signos sin embargo tan vulnerables en su travesía. En pocas palabras, esperando el desembarco ineludible de las ideas y significados, bien ligados a los correspondientes caracteres comunes, rellenando; inundando todo ese vacío blanco inmaculado - en el caso del soporte papel, un poco venido a menos, en este siglo que vamos deshojando-, acechante, lleno de futuro y de crisis de identidad, metamorfosis de hoja impoluta a hoja escrita,crisálida de letras encadenadas compañeras, eclosionando el mensaje, positivo, negativo o neutro; con las ideas suficientemente elucubradas o limitadas a un simple aviso o circular, con todos los puntos intermedios entre estos extremos. Esa enorme "energía potencial" de la hoja, tenía que ser justificada, buscando producir algún comentario certero; por lo menos una figura lograda o algo vagamente asimilable al concepto conocido como Arte... por más desteñido que parezca y aparezca; tenía que mantenerse a flote. Que "Surja" como dicen los jóvenes últimamente..., tan parcos y peleados con el lenguaje, impelidos por tecladitos insignificantes que desmenuzan las palabras y las frases, erosionando las crónicas inalámbricas cotidianas, dejando al lenguaje corroído, a la vista de todos y sin que a nadie le importe su agonía. Poco a poco las letras van emergiendo; morigerando el vértigo y ocupando el vacío, emparejándose con las ideas traducidas y transtrocadas, como hélice de ADN que se deshoja, transformada en signos que reflejan situaciones y sentimientos; personajes y escenarios; acciones y emociones; proponiendo la diversión; organizándose y azuzando la imaginación del lector, ocupando rápidamente aquel espacio blanco, que empieza a contar sus minutos de sobrevida; vacío blanco ya no tan inconmensurable, comenzando a llenarse; con crisis de identidad y terminando su infinito.

sábado, 3 de febrero de 2018

Por una metafísica de la conciencia

García Morente dice en sus Lecciones Preliminares de Filosofía (1938) que Descartes inauguró la metafísica de la conciencia cuando escribió "pienso, luego existo". Es decir, sólo existe lo que piensa, y por ende, lo que existe es la conciencia, que es lo que piensa. Con esto tenemos una respuesta a la pregunta "¿Qué es lo que existe?" , punto de partida de cualquier metafísica. David Hume criticaría después que cuando uno piensa, no se piensa a si mismo, sino que piensa otras cosas. Por ejemplo, yo recuerdo haber ido al Colegio San José entre 1976 y 1980 en Asunción. Yo pienso a la fuerza  proporcional a la aceleración (segunda ley de Newton). Yo pienso que Trump es un pésimo presidente. Y finalmente yo pienso que mi pié me duele porque el zapato me aprieta.  Pero ninguno de esos pensamientos piensa a mi pensamiento.  En otras palabras, todos los pensamientos son sobre entes "externos" al pensamiento (objetos), no se refieren al propio pensamiento (sujeto) y así están mediados por un agente que puede conducirnos al error  Por eso debo dudar que pensar demuestra la existencia de algo. Mi pié es externo a mi pensamiento, y el sistema nervioso puede estar enviando señales equivocadas (en realidad me he martillado el dedo gordo de la mano).  Trump es una figura en los medios de prensa (fake news). La fuerza es una abstracción, un concepto. Y mis recuerdos simplemente puede estar equivocados, por error o voluntad ("We can remember it for you Wholesale")

Humildemente pienso que Hume se equivocó. Y con él Berkeley y Locke.  Porque desde hace más de cincuenta años mis pensamientos siempre hablan de la misma persona, o sea ese yo externo, pero que sigue siendo único. No hay una único recuerdo en el que ese yo no haya sido el mismo de siempre. ¿Podría la memoria engañarme? Y por qué me engañaría en esto, pero no en recordar donde dejo las llaves de casa, o mis lecciones de física experimental, que, por otro lado, vuelvo a dar a partir de este lunes? El mundo podría ser muy complicado si mi pensamiento lo fuera creando a cada instante (¿existe el instante?). Por eso una economía de hipótesis (la navaja de Occam) me lleva pensar que el absurdo no existe.  Intuición metafísica.  Sí, ejem...

Así que Descartes tiene razón y porque pienso, existo, y con él mi conciencia.  Ahora bien, bestia del siglo xxi que soy, no puedo no preguntarme de qué materia (substancia y forma  aristotelianas) está hecha la conciencia.  Los neurocientíficos me responden que es el resultado de la interacción eletroquímica de unos billones de  células en mi córtex cerebral.  Positivista no-lockeiano (?) que me considero, podría hasta aceptar esta afirmación.  Y sin embargo, me resisto. No es por una razón mística. Es porque después de 50 años de pensarme a mi mismo como la misma persona, es díficil suponer que todo se debe a una especie de self organized criticality  (soc) que es capaz de mantener coherencia a lo largo de tantos años en un sistema altamente complejo.  Después vuelvo a esto.

Antes me detengo en la metafísica de la conciencia creada en el siglo xx.  Me refiero a la fábula montada por un neurocientífico austríaco y que se tornó muy popular a pesar de la ausencia de cualquier base filosófica o científica.  Se trata de la teoria llamada psicoanálisis. Veamos: me ha costado hasta ahora demostrar que algo llamado conciencia realmente exista. Tuve que apelar finalmente a una hipótesis de ingenuidad , el mundo no puede ser absurdo, para concluir que mi conciencia es real (el psicoanálisis la llama ego). Freud decide agregarle a esta una inconciencia (que él llama  superego). Bueno, bueno, bueno, si de mi conciencia no tengo certeza, como habría tenerla de aquello que ni siquiera puedo pensar, porque piensa por sí sola cuando yo no pienso? Claro que sé que hay muchos procesos de los cuales mi cerebro se ocupa aunque yo ni me entero: respiro, digiero, circula sangre por mis arterias, las glándulas segregan hormonas según las necesidades del cuerpo, y un número infinito más de procedimientos que me son desconocidos sin ningún control ni sentimiento (una pena, me duele esa indiferencia que tenemos con nuestro propio cuerpo, al que apenas prestamos atención cuando algo... duele. )

Pero no es de esa inconciencia que Freud nos habla, sino de otra que refrena nuestros instintos más animales... y de hecho, allí crea un tercer círculo más oculto que los anteriores: el id.  ¿Y ahora? Ya pedí permiso para usar una hipótesis de ingenuidad en mi demostración de la existencia de una conciencia (ego).  ¿Cuántas hipótesis ad-hoc más debo usar para aceptar la estructura freudiana de la mente? ¿Qué tipo de intuición puede darme la seguridad de que la construcción psicoanalítica puede ser verdadera?

El freudismo es una fábula simplificadora de la inmensa complejidad que es la conciencia humana.  Retomo la línea argumental del self organized criticallity : billones de individuos (neuronas) interactúan entre si y crean un ambiente auto-organizado que me permite sentir que yo soy yo. Esa organización, se me ocurre en un estado de cuasi-equilibrio. Porque el único equilibrio natural es el de un gas isotérmico, que podemos asociar a la muerte, o a la disolución. La materia viva está en un equilibrio inestable (cuasi equilibrio), y sus procesos son irreversibles.  La conciencia, formada por la interacción auto-organizada de billones de neuronas, sólo puede ser repentista, espamósdica: el estado crítico por definición. Vivimos al borde de la locura, que es la ausencia del yo. La conciencia así, es el resultado de la interacción química y física, de la mecánica cuántica y, dada la infinidad de sus elementos, de la mecánica estadística. Es decir, mi conciencia pasa a ser una función de estado

Hay, con todo, una contradicción epistemológica: para percibir el mundo en su complejidad biológica, animal, después celular y por último molecular y atómica, para saber que hay un modelo estándard de partículas que interactúan entre si para formar átomos y moléculas, proteínas y células, tejidos y órganos, seres vivos y sociedades, para formarme esa idea de que las causas preceden a los efectos, en fin, para filosofar sobre la metafísica de la conciencia, que es sobre la que medito ahora en esta líneas.... tuve que aceptar primero que hay una memoria, una historia, un sujeto y un objeto, o sea, una conciencia que perdura.  Que hay un ser parmenídico que forma la trama del río de Heráclito. Luego, la conciencia precede al átomo, no lo sucede. Y vuelvo allí al inicio de mi pregunta, la metafísica de la conciencia. Que es, desde los tiempos de Descartes, la metafísica en si misma.

Esta historia continuará, por los próximos siglos....

viernes, 1 de diciembre de 2017

Hace un buen rato que ninguno de nosotros cumple con el autoimpuesto compromiso (tal vez un poco menos que esto), de escribir unas líneas para este dignísimo grupo (¿conjunto, agrupación, congregación, corro, peña, reunión, clan, camarilla?), pero es que entre la falta de tiempo, los compromisos y la pereza...

En fin, y por otro lado, releyendo las “Patentes de Corso” de Don Arturo Pérez-Reverte, a quien considero lo mejor de la lengua castellana de estos tiempos (y de otros), me he encontrado con esta columna, a la que si cambiamos “España” por “Paraguay”, nos pinta de cuerpo entero.

Además él lo dice mejor y mucho más simpático (y si lo imaginamos “en gallego“, mucho más).

Un cura, un guardia, unos ministros

En un solo día he vivido tres situaciones aparentemente inconexas entre sí, pero cuya consideración hace pensar que tal vez no lo sean tanto. Me refiero a lo de inconexas. Una de ellas se produjo en misa, pero tranquilícense: no es que me haya caído del caballo y visto la luz. Al menos, de momento. Se trata de la misa que, en el convento de las Trinitarias de Madrid, la Real Academia Española celebra cada año, por tradición secular, en memoria del buen don Miguel de Cervantes y los académicos fallecidos ese año. Tocaba éste, con mucha tristeza por nuestra parte, recordar a Antonio Mingote y a José Luis Sampedro, y allí fuimos los compañeros, conscientes de las paradojas de la vida: una misa por el bondadoso y escéptico Mingote y, caso todavía más insólito, por el republicanísimo y ateo Sampedro.

Pero la vida tiene esas piruetas y algunas otras. Una, por ejemplo, fue el Evangelio leído por un sacerdote durante el oficio, en una versión puesta al día que nos hizo mirarnos unos a otros con estupor. Se trataba de la parábola de los siervos y las minas, o talentos; y el páter, en un patético intento por actualizar la cosa, y sin reparar mucho en la resabiada audiencia que ese día tenía en plan feligrés, no habló de talentos o minas —el evangelista Lucas utiliza el término griego mina, cien dracmas áticas o denarios, que no era mucho dinero— sino de millones, nada menos. El señor repartió a sus siervos tantos millones, dijo. O leyó. «Muy oportuno y actual», se choteó por lo bajini Luis Mateo Díez, que estaba cerca de mí. «Y luego se extrañan de perder clientela», apuntó con frialdad científica José Manuel Sánchez Ron.

La otra situación se dio más tarde, en los complicados semáforos de la plaza de Colón; cuando, en un momento de confuso tráfico y embotellamiento, pasé deliberadamente un semáforo en rojo, despacio, para facilitar el paso a los que venían detrás y situarme en el semáforo siguiente, tres metros más allá y a la izquierda. La maniobra fue advertida por un policía municipal que, exasperado, intentaba organizar lo imposible. Yo llevaba la ventanilla abierta, así que cuando pasé a su lado pude escuchar con toda claridad su «¿Qué pasa? ¿No has visto el semáforo, o qué?», dicho con unos malos modos y un desabrimiento inadmisibles en agentes de la autoridad municipal; quienes, hasta para multar por la más descarada infracción, deberían dirigirse siempre a cualquier ciudadano tocándose la visera, con el debido respeto y con personal decoro. Añado a esto que el agente de mi semáforo, sin duda porque estaba pasando mal rato con el tráfico, llevaba la ropa en desorden, el cuello despechugado, la gorra echada para atrás y necesitaba un afeitado urgente. Así que, decidido a pagar las multas que hicieran falta, pero no a tolerar groserías, detuve el coche y respondí: «Tiene usted razón, pero ¿por qué me tutea?». Pasó al usted en el acto, tuvo los reflejos de responder: «No oigo lo que me dice, señor», y me ordenó que siguiera adelante y no me quedara allí.

Por la noche, al llegar a casa, puse un rato la tele y me vi frente a la tercera situación: un par de ministros retorciendo de manera abyecta la lengua española, de la que parecían ignorar los más elementales recursos —ministros del Gobierno de España, insisto—, para enumerar, sin que se les notara mucho lo siniestro, nuevos expolios, exacciones y vilezas. Para justificar una vez más su incompetencia, sus medias verdades, sus promesas incumplidas, los embustes encadenados con que disimulan su parálisis unos gobernantes enrocados en los privilegios de su puerca casta, sin el menor ánimo de renovación o cambio real; una dictadura fiscal gobernada por una pantalla de plasma, cuya única baza para mantenerse en el poder es la que le regala, sin mérito y por la cara, la inexistencia de una oposición eficaz o al menos respetable; la mediocre estupidez de una clase política que en su mayor parte, sin distinción de siglas, es egoísta, inculta, grosera. Pero ojo. Todo eso lo es en sintonía con el ambiente general de esta España en la que trincan y medran. Con lo que pide la peña en este lugar indecoroso donde los policías tutean en los semáforos, los políticos ignoran la sintaxis, y los curas torpes, olvidando que sin distancia no hay mito que sobreviva, convierten los talentos en millones y las arcas de la parábola en bancos con cajero automático.

Y en manos de unos y otros, en este infame compadreo que no pretende igualdad de oportunidades para que todos lleguen a donde merezcan llegar, sino rebajarlo todo al triste nivel de los más zafios y tarugos, nos vamos despacio, inexorablemente, a la mismísima mierda.
Arturo Pérez-Reverte. 26 de mayo de 2013.

domingo, 15 de octubre de 2017

One World

Primer Desembarco de Colón en América (Wikipedia)
Desde ese momento Martín Alonso toma el peso de la aventura. Cambia el rumbo - ahora Este-Sudeste - para evitar la corriente contraria del golfo a pesar de la protesta del Almirante a quien "pareció no hacía esto Martín Alonso por la isla de Cipango". El 10, el descontento de los tripulantes de la Santa María degenera en franco motín ("aquí la gente ya no lo podía sufrir; quejábanse del largo viaje", dice el Diario), pero Martín Alonso amenaza "ajusticiar a los sublevados" y toma la delantera resueltamente con la Pinta. Finalmente a las dos de la mañana del 12 de octubre el marinero Juan Rodríquez Bermejo, natural de Triana junto a Sevilla, que estaba en la cofa de la Pinta, puede distinguir en la noche iluminada por la Luna en cuarto creciente el contorno de una isla. Un disparo de lombarda ordenado por Pinzón avisa a los otros buques; amainan las velas y esperan el día. Esta vez la tierra avistada en la noche no desvanece. [Historia Argentina, J.M. Rosa, Vol 1, pag 62-63, Ed. Oriente, 1988]

Lo que sobrevino después de aquella dramática noche lo conocemos. Treinta y cinco países distribuídos en un área de más de 40 Mkm2. Uno de ellos, líder mundial desde hace 100 años.  Los otros, recorriendo una historia con altos y bajos, con guerras y alianzas, desconfianzas y traiciones.  Del otro lado de la Mar Océano los cambios también fueron enormes: el pequeño país peninsular ibérico, que recién había conseguido vencer a su último enemigo, se convierte en potencia mundial por tres siglos. Sin moverse de España, que aún no existía con ese nombre, muchos españoles, empezando por la Corona, se convierten en exitosos indianos , afortunados miembros de una rica burguesía.  El oro metálico de las Américas, se transformará en supremo arte iluminado por Cervantes, Quevedo y Lope de Vega. Los británicos, más pragmáticos, plasmaron en su cria americana le herencia de la cultura y tradición protestante y cuando el imperio español decayó, se tornaron líderes para pasarle la posta a su hijo dilecto de las Américas.

Pero para que todo esto ocurriera, hubo gentes que perdieron sus tradiciones, esclavizados algunos, humillados los más, murieron uno a uno y dejaron un legado anónimo y olvidado en muchos casos.  Los pueblos aborígenes, o, como quiere el puritanismo del siglo XXI, originarios, practicamente han desaparecido si debemos juzgar por sus estilos, conocimientos, culturas, precolombinas.  Sus descendientes, mezclados con gringos europeos, ya no recuerdan el pasado de sus ancestros 500 años atrás.

Y sin embargo... allí estań algunos grupos que resisten y reclaman un lugar que hace, por lo menos, 100 años han perdido. No quiero detenerme aquí sobre la juticia del reclamo. Supongo que algunos son corectos. Pero veo también una histeria colectiva que pretende al mismo tiempo: 1) convencernos del mito del "buen aborigen" , 2) fundamentar una suerte de nacionalismo étnico. 

El cacique tehuelche "Patoruzú".
Por medio de (1) se quiere hacernos entender que las sociedades precolombinas eran justas, y vivían en armonía con el medio ambiente, próximo al Paraíso perdido , América estaba libre de pecados y pasiones.  Pero la verdad es que conocemos bastante poco de la mayoría de aquellos buenos aborígenes. Y de los pocos que sabemos un poco más, no nos impresiona lo humanos que fueron.  Nos impresiona la leyenda dorada que se ha creado. Por ejemplo, los mayas han sido y suelen ser todavía, descriptos como un pueblo pacífico.  Lamentablemente para los crédulos de esta leyenda, la historia revela un pasado de guerras continuas entre diferentes ciudades: Tikal y Calakmul agotaron sus recursos en una extenuante guerra que duró décadas. Tampoco las evidencias de armonía con el medio ambiente son muy convincentes. Por el contrario hay prubeas de que más de una vez los mayas padecieron su propio éxito y limitada tecnología: la sociedad crecía más de lo que podíam abastecer; agotadas las fuentes de recursos naturales, simplemente abandonaban el lugar en busca de sitios todavía no explotados. Detrás de sí dejaban vestigios fastuosos de piedra que terminaban engullidos por la selva pero que resistieron el paso del tiempo hasta nuestros días.

El punto 2) es tal vez más peligroso. Resulta difícil hoy en día justificar esta suerte de pureza de la raza que pretende crear una sociedad separada de las demás. Me pregunto primero si es que los mapuches que hoy en día queman camiones en el sur de Chile y Argentina y dicen querer fundar una República Mapuche, van a abandonar las ventajas que la sociedad del siglo XXI les da y retornar a la  Era de Piedra en la  que sus añorados ancestros vivían cuando llegaron los genocidas conquistadores. Las limpiezas étnicas en las guerras sececionistas de la antigua Yugoslavia, los campos de concentración nazi, los pogroms zaristas, la Inquisición católica, ¿no se justificaron también en la misma búsqueda de pureza, segregación basada en raza o religión? ¿Por qué este nacionalismo étnico mapuche es correcto y no así el discurso nazi de la raza aria? Al final de cuentas, qué es ser mapuche, o maya, o europeo? ¿Hay algún gen que nos identifique? Si se trata de una construcción social, ¿no es posible vivir en buenas relaciones con los otros que son distintos?

La Tierra desde la Luna: A pale blue dot. 
Y sin embargo este discurso parece florecer al inicio del Tercer Milenio. Sunnitas y chiitas entablan una guerra inclemente y la desparraman por todo el mundo. Más pacíficos, los catalanes tuercen la historia de su país para lanzar un mensaje de compasión: Ayúdennos, nos están orprimiendo hace 1000 años!   Y un porteñito vestido de poncho y con vincha, acusa al Estado argentino de ser  huinca mientras no se avergüenza en decir: "Antes de ser mapuche, sho era anarquista". Faltó agregar "copado man...!"

Paradojas de la historia, cuando más comunicados estamos, parece que menos nos entendemos.


domingo, 8 de octubre de 2017

In principio

IN PRINCIPIUM ERAT VERBUM

Decía Guigue anteriormente: "El mayor producto que hemos creado, sin embargo, no lo hicimos en el Siglo XXI, sino en un remoto pasado del que ya hemos perdido memoria: es el lenguaje. Nada nos distingue mejor como especie animal que esa capacidad para expresar nuestros sentimientos y pensamientos, que el lenguaje hablado, después el escrito,"

Si esto es tan cierto como creo que es, parece que últimamente vamos de lado, cuando no para atrás.

Sólo hace falta ver los mensajes que envían nuestros propios ex-compañeros al wassap*. Gente con la que hemos convivido una parte apreciable de nuestros ya bastantes años. Gente que asistió a las mismas clases de Castellano, Ortografía (incluso Caligrafía... ¿se acuerdan de los cuadernos de doble raya, las lapiceras y los secantes?); y con la que compartimos y departimos más o menos coherentemente en castellano... o casi.

Y sin embargo constato tristemente que sigue la agresión injustificada, consuetudinaria y casi normalizada al castellano (me resisto a usar bullying). Y lo peor es que lo hacen inconscientemente. Así hablan (hablamos). Así pensamos.

A mi me da vergüenza cuando se me desliza un error ortográfico. Pero claro, la vergüenza está tan demodé ultimamente... Es que ahora todo es relativo, todo es lo mismo. Ya lo decía Discépolo del siglo pasado, y no hizo sino empeorar.

Pero aparte del traumatismo óculo-testicular que me producen los horrores ortográficos de algún chats al que pertenezco (¡y algunos de los miembros son médicos o abogados!), más me preocupa la perversión semántica que percibo en el día a día: Las palabras parecen tener hoy otro sentido que cuando yo las aprendí. Tal vez, más terrorífico aún, ahora significan otra cosa.

Cualquiera es "maestro" o "profesor" (incluso "Doctor"). Los "honorables diputados" aparte de un oximoron, un ejercicio de cinismo que raya lo superlativo. Los "distinguidos colegas" o peor todavía "apreciado coreligionario". Y no me meto en política porque esto se prolongaría demasiado.

Al final se dice una cosa, y se piensa (¿se piensa?) otra. Se trata de acomodar la realidad a lo políticamente correcto, sin cambiar un ápice la realidad. Como decían por ahí "ahora, en los Estados Unidos no hay más negros. Son Afroamericanos. Siguen siendo apaleados, tiroteados, discriminados y marginados, pero ya no son más negros".

¿Será que realmente creen que usando "tod@s" se va a terminar la desigualdad? ¿que nos vamos a tratar mejor?¿que un tarado va a dejar de golpear a una mujer por esto?. Si creen esto, entonces el problema es muy grande, saliendo de lo naive para entrar en lo patológico. Y si no lo ceen, entonces son unos cínicos HDP, y no me asombraría que sea su sistema para cobrar sin trabajar, lo que sospecho, es un delito.

El idioma, como un destornillador, es una herramienta; y bien usada, resuelve (o podría hacerlo) nuestros problemas de comunicación y entendimiento. Por el otro lado, conozco algunos casos de gente que fué asaltada por motochorros que portaban un gran destornillador al que la habían afilado la punta.

Es que nuestra capacidad para fastidiarla no tiene límites. Pero se meten con el idioma. MI idioma. Y eso me cabrea.

Calculo que todo empezó cuando algún imbécil (o disléxico, que también son criaturas de Dios), se preguntó a santo de qué la "p" en Septiembe, total casi nadie la pronuncia... y desde ahí, para abajo.

Así que hoy tenemos "Ke hcs?", donde no sólo se abstienen de las vocales, sino también del signo de inicio de interrogación.

Y para colmo (aunque no sé si es cierto), me comentaron que le dan el Nobel de literatura a Pablo Coelho... y eso, me parece, ya es demasiado


lunes, 25 de septiembre de 2017

INTRODUCIR TIEMPO. INTRODUCIR TECNOLOGIA.

Clara y prístina argumentación - como nos tiene malacostumbrados Guilermo - sobre la manía innata y obligada del Homo Sapiens Sapiens de aplicar lo que sus sinapsis pergeñan, a medida que estas se van desenredando o multiplicando inclusive, como se ha descubierto últimamente.  Desde luego, con referencia a mi Homo Sapiens Tecnológicus no se arroga nunca el derecho de ser el único que aplicó tecnología, cuando la vemos expuesta de manera tan sucinta y bien resumida, a lo largo de la historia, todo dentro de la mayor o menor lucidez que otorgan los tiempos... como bien lo logra Guigue en Homotekhno.  El Homo Sapiens Tecnologicus DEPENDE de la tecnología como ningún otro hombre a lo largo de la historia. Es de este Infinitivo del que debemos recelar. Dependencia no física, pero si Social, Mental, Profesional...  Como ejemplo práctico, digamos que el Homo Technologicus, nunca encendería fuego con dos vidrios de reloj, como lo haría Robinson Crusoe, por ejemplo - sobre todo porque los vidrios de reloj se hallan perimidos y condenados al DESVÁN tecnológico. Me hubiera gustado muchísimo decir, encerrados en Enciclopedias de la Humanidad o su Tecnología... pero las Enciclopedias murieron todas... lamentable signo del empobrecimiento del conocimiento popular... total, está Wikipedia... -. Lo que me aterra, es la perspectiva de CORDÓN UMBILICAL tecnológico... no precisamente llevando nutrientes al bebé y las excretas a la madre... sino llevando la IDENTIDAD del hombre, su CONOCIMIENTO y su ESTAR EN EL MUNDO, su función de engranaje, motor o rueda.... Y la deriva de estas cavilaciones no resultan en nada favorable al hombre desnaturalizado; o mejor dicho, naturalmente tecnologizado, llevado y llegado a un punto sin retorno y sin contesto aparente.  Surgen entonces oscuros nubarrones en esta aséptica y lógica evolución  del pensamiento y del existir, sobre todo si dejamos que la naturalidad de la evolución se agriete y deje entrar a la MANIPULACIÓN de ese cordón umbilical, antiguo teléfono o minitel o computadora que ocupaba piezas enteras... hoy día imponiendo una evolución hacia la NANOTECNOLOGÍA, multiplicando los gigas de memoria, la velocidad de los procesadores, inversamente proporcional a su tamaño.  Es decir, más pequeño, más potente, más preciso y  más difícil de descubrir... La rendija de la MANIPULACIÓN - aunque arriesgando algún cacofónico resquemor, podríamos hasta osar llamar... NANIPULACIÓN -, abriría tal panoplia de posibilidades y escenarios, por efecto de todos nuestros reflejos paranoides...en tanto que hombres pretendidamente libres y llenos de recursos...Es asi que el próximo escenario de la evolución que no para, requerirá de los esfuerzos de los hombres LÚCIDOS, esfuerzos por mantener el conocimiento y la opinión propia... no inducidos ni modulados por tal o cual poder...Y creo que allí está el desafío... porque comparto plenamente la hipótesis de Cosmos y Decadence... de hecho no somos capaces de crear nada nuevo, ni en el Cine... últimamente lleno de Remakes...  se imaginan entonces por qué no hay ninguna escuela del pensamiento nueva... nos quedamos con J.P.Sartre... o por qué seguimos pendulando en la teoria Económica, entre los dos polos... o simplemente sin ir más lejos, como se hallan reciclando las ideas Ultranacionalistas... y eso sin entrar en el fundamentalismo terrorista... Aparentemente es más divertido estar posteando entre los grupos de Facebook y Wasap, antes que preocuparse por nimiedades como, adonde nos lleva la Tecnología o su ADICCIÓN, me animaría a aventurar, visto el grado de dependencia....No nos queda más que esperar a encontrarnos con Jules Verne, a la vuelta de la esquina Tecnológica - vamos, diganme si no creen que el viaja en el tiempo...-, y elegir nuestro grado de tecnología, donde queramos vivir... pensando por nosotros mismos, con las comodidades suficientes y sin una Tecnología angurrienta e incapacitante...¡Mi Dios, qué perspectiva para el turismo del Um...!