sábado, 3 de febrero de 2018

Por una metafísica de la conciencia

García Morente dice en sus Lecciones Preliminares de Filosofía (1938) que Descartes inauguró la metafísica de la conciencia cuando escribió "pienso, luego existo". Es decir, sólo existe lo que piensa, y por ende, lo que existe es la conciencia, que es lo que piensa. Con esto tenemos una respuesta a la pregunta "¿Qué es lo que existe?" , punto de partida de cualquier metafísica. David Hume criticaría después que cuando uno piensa, no se piensa a si mismo, sino que piensa otras cosas. Por ejemplo, yo recuerdo haber ido al Colegio San José entre 1976 y 1980 en Asunción. Yo pienso a la fuerza  proporcional a la aceleración (segunda ley de Newton). Yo pienso que Trump es un pésimo presidente. Y finalmente yo pienso que mi pié me duele porque el zapato me aprieta.  Pero ninguno de esos pensamientos piensa a mi pensamiento.  En otras palabras, todos los pensamientos son sobre entes "externos" al pensamiento (objetos), no se refieren al propio pensamiento (sujeto) y así están mediados por un agente que puede conducirnos al error  Por eso debo dudar que pensar demuestra la existencia de algo. Mi pié es externo a mi pensamiento, y el sistema nervioso puede estar enviando señales equivocadas (en realidad me he martillado el dedo gordo de la mano).  Trump es una figura en los medios de prensa (fake news). La fuerza es una abstracción, un concepto. Y mis recuerdos simplemente puede estar equivocados, por error o voluntad ("We can remember it for you Wholesale")

Humildemente pienso que Hume se equivocó. Y con él Berkeley y Locke.  Porque desde hace más de cincuenta años mis pensamientos siempre hablan de la misma persona, o sea ese yo externo, pero que sigue siendo único. No hay una único recuerdo en el que ese yo no haya sido el mismo de siempre. ¿Podría la memoria engañarme? Y por qué me engañaría en esto, pero no en recordar donde dejo las llaves de casa, o mis lecciones de física experimental, que, por otro lado, vuelvo a dar a partir de este lunes? El mundo podría ser muy complicado si mi pensamiento lo fuera creando a cada instante (¿existe el instante?). Por eso una economía de hipótesis (la navaja de Occam) me lleva pensar que el absurdo no existe.  Intuición metafísica.  Sí, ejem...

Así que Descartes tiene razón y porque pienso, existo, y con él mi conciencia.  Ahora bien, bestia del siglo xxi que soy, no puedo no preguntarme de qué materia (substancia y forma  aristotelianas) está hecha la conciencia.  Los neurocientíficos me responden que es el resultado de la interacción eletroquímica de unos billones de  células en mi córtex cerebral.  Positivista no-lockeiano (?) que me considero, podría hasta aceptar esta afirmación.  Y sin embargo, me resisto. No es por una razón mística. Es porque después de 50 años de pensarme a mi mismo como la misma persona, es díficil suponer que todo se debe a una especie de self organized criticality  (soc) que es capaz de mantener coherencia a lo largo de tantos años en un sistema altamente complejo.  Después vuelvo a esto.

Antes me detengo en la metafísica de la conciencia creada en el siglo xx.  Me refiero a la fábula montada por un neurocientífico austríaco y que se tornó muy popular a pesar de la ausencia de cualquier base filosófica o científica.  Se trata de la teoria llamada psicoanálisis. Veamos: me ha costado hasta ahora demostrar que algo llamado conciencia realmente exista. Tuve que apelar finalmente a una hipótesis de ingenuidad , el mundo no puede ser absurdo, para concluir que mi conciencia es real (el psicoanálisis la llama ego). Freud decide agregarle a esta una inconciencia (que él llama  superego). Bueno, bueno, bueno, si de mi conciencia no tengo certeza, como habría tenerla de aquello que ni siquiera puedo pensar, porque piensa por sí sola cuando yo no pienso? Claro que sé que hay muchos procesos de los cuales mi cerebro se ocupa aunque yo ni me entero: respiro, digiero, circula sangre por mis arterias, las glándulas segregan hormonas según las necesidades del cuerpo, y un número infinito más de procedimientos que me son desconocidos sin ningún control ni sentimiento (una pena, me duele esa indiferencia que tenemos con nuestro propio cuerpo, al que apenas prestamos atención cuando algo... duele. )

Pero no es de esa inconciencia que Freud nos habla, sino de otra que refrena nuestros instintos más animales... y de hecho, allí crea un tercer círculo más oculto que los anteriores: el id.  ¿Y ahora? Ya pedí permiso para usar una hipótesis de ingenuidad en mi demostración de la existencia de una conciencia (ego).  ¿Cuántas hipótesis ad-hoc más debo usar para aceptar la estructura freudiana de la mente? ¿Qué tipo de intuición puede darme la seguridad de que la construcción psicoanalítica puede ser verdadera?

El freudismo es una fábula simplificadora de la inmensa complejidad que es la conciencia humana.  Retomo la línea argumental del self organized criticallity : billones de individuos (neuronas) interactúan entre si y crean un ambiente auto-organizado que me permite sentir que yo soy yo. Esa organización, se me ocurre en un estado de cuasi-equilibrio. Porque el único equilibrio natural es el de un gas isotérmico, que podemos asociar a la muerte, o a la disolución. La materia viva está en un equilibrio inestable (cuasi equilibrio), y sus procesos son irreversibles.  La conciencia, formada por la interacción auto-organizada de billones de neuronas, sólo puede ser repentista, espamósdica: el estado crítico por definición. Vivimos al borde de la locura, que es la ausencia del yo. La conciencia así, es el resultado de la interacción química y física, de la mecánica cuántica y, dada la infinidad de sus elementos, de la mecánica estadística. Es decir, mi conciencia pasa a ser una función de estado

Hay, con todo, una contradicción epistemológica: para percibir el mundo en su complejidad biológica, animal, después celular y por último molecular y atómica, para saber que hay un modelo estándard de partículas que interactúan entre si para formar átomos y moléculas, proteínas y células, tejidos y órganos, seres vivos y sociedades, para formarme esa idea de que las causas preceden a los efectos, en fin, para filosofar sobre la metafísica de la conciencia, que es sobre la que medito ahora en esta líneas.... tuve que aceptar primero que hay una memoria, una historia, un sujeto y un objeto, o sea, una conciencia que perdura.  Que hay un ser parmenídico que forma la trama del río de Heráclito. Luego, la conciencia precede al átomo, no lo sucede. Y vuelvo allí al inicio de mi pregunta, la metafísica de la conciencia. Que es, desde los tiempos de Descartes, la metafísica en si misma.

Esta historia continuará, por los próximos siglos....

2 comentarios:

  1. Buen querido Nazo...no esperaba menos. Mi ilustre pariente René, piensa y existe...asaz simplifié...muy práctico para fantasticatrillones - Mc. Pato dixit - de Neuronas antodemocraticas. Lo cual no hace óbice a mi intencion de experimentar alguna vez una de tus clases de fisica...

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  2. Debo reconocer que la Filosofía no es mi fuerte. Es más, junto a las matemáticas, son las "materias" que más abstrusas e incomprensibles me parecen.
    Sé que son las bases de todo conocimiento (de los más necesarios, por lo menos) y sin embargo... Es como con las verduras: Sé que tengo que comerlas, pero de ahí a que me gusten, hay un mundo.
    Así que aquí quedo yo, con la boca abierta de la admiración y mi cerebro diciendo ¿lo qué?

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